Bienvenidos al Club de Senderismo Valdearenales

Porque caminar no es sólo andar, es también ese hacia donde...ver, observar, sentir, volver; compartir en definitiva ese durante o camino a la vuelta. Sirva pues, ésta, mi humilde morada internauta, desde ya vuestra casa, para cuando gustéis echarle una ojeada a un mínimo de esa naturaleza que tenemos tan cercana. Senderistas de Guareña que te abre sus puertas, de par en par, como diminuta ventana al aire hacia el vivo interrogante de lo que nos rodea y tan enteramente necesario. Llámense por ejemplo... montaña, valle, altura, llanura, riachuelo, mar, paso, espacio, camino sobre el horizonte con todo lo que conlleva.

Vaya pues por ellos ¡ Por esos caminos por delante !

SENDERISTAS DE GUAREÑA

SENDERISTAS DE GUAREÑA

domingo, 26 de junio de 2011

Sierra de las Cruces

     En uno de los lugares más bellos de la campiña dombenitense, a escaso 7 kms. de ese mundanal ruido que produce la ciudad, un mundo de sensaciones diferentes surge alrededor de ese lugar donde dicen apareció la Virgen de las Cruces "patrona de la localidad".
La ermita, que alberga a la Virgen es el punto de referencia por excelencia para dar comienzo a nuestra ruta; ruta que en este caso no se adentra de lleno en la Sierra de Ortigas como quizás algunos puedan imaginar y de la cual hablaremos en otra ocasión, sino que es una ruta paralela a la misma con fácil acceso para todos.
24 son los Kms. a recorrer y que bien pueden realizarse a pie, bici, caballo o en vehículo aunque se recuerda que no es obligatorio hacer el recorrido al completo, pudiéndose adaptar este, a un bonito paseo tanto en primavera como en otoño.
El Cordel de Sevilla es el primer camino a tomar. Este, que empieza subiendo por una empinada aunque sencilla cuesta que comienza en la ermita, es un antiguo cordel de ganado donde la diversidad vegetativa juega un papel importante caracterizado por retamas, ahulagas o cardos entre el canto de gorriones, alondras o cogujadas entre otros.
A medida que nos adentramos chaparras y encinas son también apreciables en nuestro camino; lugar donde sus construcciones, favorecidas por la abundancia del agua de los numerosos pozos existentes, origina si miramos hacia atrás una bella y última estampa de la ermita.
La diversidad propia de la zona es cada vez más rica. El olmo, la higuera, el chopo, la adelfa e incluso el platanero, constituyen ahora un bello paraje donde la jara, el cantueso o la torvisca están también presentes.
Suelo cuarcítico por la cercanía de la Sierra de Ortigas se encuentra por doquier, encontrándose la característica peculiar en la zona de la Serrezuela donde por el contrario el granito difiere notablemente. Aquí en estas cercanías, es donde se encuentra el pozo y fuente del cordel, surgencia natural frecuente a los pies de la sierra, especialmente cuando hay pedreras.
Desde aquí, se puede apreciar la Sierra de Magacela con su roquero castillo, Villanueva de la Serena y algunos pueblos de la Serena más al fondo constituyendo excelentes panorámicas divisables en días claros o al encendido de su alumbrado.
Prosiguiendo nuestro recorrido la vegetación cada vez es más exuberante, siendo los conejos, las liebres o las perdices las que juegan también aquí un papel importante, pudiendose encontrar tal vez algún jabalí, especie cinegética que abunda en la sierra.
Ya descendiendo y pasando por cortijos singulares del lugar, la mirada se fija en el relieve orográfico que se encuentra más al sur, donde las sierras de la Bóveda, la Lapa, la Trancha, la Víbora y la Utrera dominan la zona.
A continuación, lo llano comienza y en ello se puede apreciar restos de algunos corralones para el aprisco del ganado principalmente de cabras y cabritos. Esto es el comienzo de la zona donde los cultivos como el del trigo se realizaban siguiendo la práctica de los cuartos o bien en tres hojas, adaptadas a un sistema de rotación trienal de cultivo; sistema de rotación donde el primer año se sembraba trigo, al año siguiente se retiraba en barbecho blanco y al posterior se sembraba el girasol. En este entorno no es difícil encontrar la presencia del aguilucho cenizo así como otras aves de las denominadas esteparias.
Cuando tomemos el camino de Saucillo, pequeñas zonas desprovistas de vegetación nos encontraremos en él. Esto se debe a la existencia aquí de la llamada piedra azul; piedra de la que en antaño se sacaba la tierra azul con la que se hacía un caldo muy espeso el cual servía para pintar las fachadas e interiores de casas.
En esta zona, un gigantesco pino piñonero es el ejemplar predominante junto a varios eucaliptos, siendo los olmos del camino y la palmera los que nos permiten descubrir las huertas del entorno, lugar donde aparecen plantas aromáticas como el poleo, la menta o el orégano junto a una buena muestra de especies arbóreas muchas de ellas frutales como es el caso del nogal, caqui, níspero, higuera, granado, almendro e incluso algún olivo de hace años. En este enclave la característica peculiar se encuentra en la washintonia y una llamativa morera pendular, restos de lo que debió ser antiguamente un magnífico jardín o huerto compuesto por exuberantes árboles.
Un antiguo lavadero para lavar ropa que aunque ya en desuso recuerda las costumbres de antaño junto con una noria configuran también el paisaje; noria con la que aún es posible sacar agua de un magnífico pozo para el riego del lugar.
En este camino el berrocal granítico hace presencia de nuevo, modelando el paisaje un conjunto de bolos graníticos, que por efecto de la erosión han adquirido muchas veces formas caprichosas las cuales algunos comparan con figuras de animales o con cosas conocidas. Allí una bonita dehesa de encinas aparece de repente, siendo el color amarillento que presenta algunas veces la copa de éstas y esa multitud de flores multicolores que conforman la campiña el factor primordial en el que la avifauna representa con policromos abejarucos, urracas, perdices, abubillas y numerosas rapaces el complemento idóneo de tan maravilloso paisaje.
Cambiando de dirección, andaremos durante un largo trecho por el Cordel de Marugate, antigua vía pecuaria que discurre en paralelo al Río Ortigas y donde la vegetación fluvial destaca por su proximidad a este con la presencia de fresnos, sauces, adelfas etc. La familiar cigüeña es aquí donde destaca entre golondrinas, alcaudones o lavanderas por mencionar algunas de las especies más predominantes.
Ahora nos encontramos en la zona conocida en Don Benito como "Zona de los Molinos"; molinos que antiguamente se dedicaban a la molienda de cereales y que ya en la actualidad prácticamente abandonados pueden ser visitables sin dificultad.
Pero el río está próximo y nunca mejor dicho para visitarlo que a través de la Vereda Jabeña, bonito camino en el que la vegetación sigue aún presente con su riqueza entre la que podemos encontrar espárragos, achicorias...
El río Ortigas debió tener, hace no muchos años, a ambos lados de su cauce una banda de vegetación compuesta por especies muy particulares, árboles y arbustos capaces por un lado de vivir con sus raíces enterradas en un suelo permanentemente encharcado y, por otro de soportar las crecidas estacionales própias de los ríos de nuestras latitudes. Hoy día, aún pueden contemplarse en él magníficos ejemplares de fresnos, sauces y chopos junto a otras especies de matorral como son las adelfas, tamujas, atarfes, juncos y zarzales.
Es en este río donde garzas, nutrias, pollas de agua, ranas y un buen número de especies piscícolas, invertebrados e incluso anfibios hacen vida, sin olvidar el cangrejo americano, especie que hace años fue introducido por la mano del hombre.
Doña Blanca, espacio natural perteneciente al Ayuntamiento de Don Benito es una finca situada estratégicamente sobre una loma en las cercanías del río Ortiga, desde la cual se puede disfrutar de magníficas vistas. En su terreno, aparte de encontrarse numerosos enterramientos de culturas diferentes excavados en la roca, existe la posibilidad de disfrutar del area recreativa con que está equipada.
En esta zona, considerada área de transición, vamos a encontrar muestra de los diferentes sistemas que aparecen a lo largo del recorrido. Un primer tramo donde hemos visto restos de los tres molinos, el único fácil de visitar y que aunque se encuentre en ruinas tiene aún un innegable valor, una segunda zona de berrocal granítico, de nuevo con formas caprichosas y que se encuentra próximo a la casa y una última zona que nos conduce hasta las llanuras cerealistas.
Abandonando ya Doña Blanca, encontramos antiguos olivos que han sido trasplantados tanto en la confluencia del camino de esta finca como en el Camino de los Bellacos. En este espacio, considerado auténtico subebaja al encontrarse sobre terrenos arenosos procedentes de la degradación del granito, se puede encontrar líquenes y musgos donde entre ellos aparece la dedalera, la linaria amarilla, la escoba o retama y el cantueso. Aves como las terreras, bisbitas, cogujadas y alondras, informan en este lugar de la cercanía de las cromáticas llanuras cerealistas.
Terminando ya nuestro recorrido, el Camino de los Bellacos es el que nos conduce hasta la carretera. Colores interrumpidos por las rojas amapolas, moradas achicorias y cardos rosas y amarillos, visten ese jalonado espacio donde algunos árboles ornamentales también hacen presencia. Desde aquí un pozo rematado en cantería sobre ladrillos en las cercanías del arroyo, al fondo la sierra y en el horizonte los bellos Castillos tanto de Magacela como de Medellín, son las últimas imágenes que podemos apreciar antes de llegar a la localidad.

    DATOS TÉCNICOS
    Altitud             300-600 MTS
    Distancia         23,8 Kms
    dificultad         Baja

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